miércoles, 6 de julio de 2011

LEYENDAS CHINAS - Historia de Fu Xi


SEGUN una leyenda, en el Oeste había un Estado llamado Hua Xu Shi, el cual era atravesado por el gran río del Trueno, en cuyas riberas moraban sus habitantes.
El río tenía su nacimiento en el gran lago del Trueno, donde vivía el dios del trueno. De ahí su nombre. Como aquel dios tenía un temperamento voluble, pues a veces era alegre y en otras ocasiones colérico, el río también cambiaba de carácter. Unas veces corría tranquilo y en él se reflejaba, como en un espejo, el paisaje de ambas riberas. En otras oportunidades se convertía de repente en una bestia furiosa que corría rugiendo y se lanzaba en todas las direcciones, arrasándolo todo, destruyendo las casas y anegando los cultivos. En aquellos momentos, la gente comprendía que el dios del trueno estaba de mal humor.
El río del Trueno estaba causando calamidades año tras año. Si hubiera alguien que pudiera ir a visitar al dios del trueno para aconsejarle que abandonara el lago del Trueno, a lo mejor no habría más calamidades. Pero, quién se atrevería a ir?
A la orilla del río del Trueno vivía una pareja de ancianos con su única hija, llamada la muchacha de Hua Xu. Ella era una muchacha muy inteligente y hermosa, valiente y bondadosa, pero, como todos los hijos únicos, siempre actuaba a su antojo.
Cierta vez se produjo otra inundación. Los ancianos se lamentaban:
? ¡Ay! ¿Cuándo se acabarán estas interminables calamidades? Las aguas volvieron a arrastrar las casas y el ganado.
? Es necesario ir al lago del Trueno para discutir el asunto con el dios del trueno ? dijo indignada la muchacha de Hua Xu.
? El dios es un tirano. ¡Nadie se atrevería a irritarlo!?dijeron al unísono los ancianos, meneando la cabeza.
? En realidad, el dios debería vivir en el cielo. ¿Por qué provoca sin ningún motivo calamidades en la tierra, sólo para perjudicar al pueblo? ¡Voy a discutir con él!?afirmó enérgicamente la muchacha.
Temerosos, sus padres le replicaron apresuradamente:
? ¡No puedes ir! ¡Han pasado muchos años y nadie se ha atrevido siquiera a acercarse al lago del Trueno! Tú ...
La hija permaneció en silencio, pero por sus labios apretados y la mirada enérgica, se podía adivinar que había tomado la decisión de ir.
A los pocos días, abandonó su lugar natal y a sus padres, y marchó a lo largo del río del Trueno en dirección al curso superior. Por el camino, recogió frutas silvestres para matar el hambre y bebió agua del río para apagar la sed. Después de varios días de camino, de repente apareció ante sus ojos un inmenso lago de aguas negras. ¡Era el lago del Trueno! Pero no sabía dónde encontrar al dios del trueno. Sin embargo, súbitamente se levantaron las olas y salió de las aguas, en medio de un gran estruendo, un monstruo de rostro humano y cuerpo de dragón. Asustada, la muchacha retrocedió apresuradamente para esconderse detrás de un gran árbol, pero pisó un gran vestigio y sintió escalofrío, como si una corriente eléctrica la atravesara de la cabeza a los pies, inmovilizándola.
? ¡Cómo te atreves a venir a mi santa morada! ? retumbó la voz del trueno.
Sin esperar la respuesta de la muchacha, el dios del trueno subió al borde y se la llevó a su palacio en el fondo del agua.
El palacio del dios del trueno era alto y amplio, pero muy sobrio en su mobiliario. Dentro de él había un trípode del cual colgaba un gran tambor, al lado del cual había un gigantesco palillo. Estos eran los instrumentos con los cuales el dios hacía sonar el trueno. Cada vez que él viajaba, volando por el cielo y tocando el tambor, en la tierra se oía la trona menta. A veces, cuando se embriagaba, tocaba el tambor en el palacio para disipar la melancolía, provocando altas olas en el lago del Trueno y el río del Trueno, causando con ello calamidades a los habitantes de la comarca.
? ¡Cómo te atreves a entrar en mi santa morada! ? preguntó de nuevo el dios del trueno con un tono de voz aterrador.
? ¡Vine a pedirte una explicación! ?dijo la muchacha tranquilamente ?. El Soberano del Cielo, el tío del viento y la madre del rayo viven en el cielo. ¿Por qué te has establecido en la tierra, que es nuestra?
? Por que me gusta... ? replicó el dios despectivamente.
? ¡Pero has causado desastres al pueblo que habita en las dos riberas del río del Trueno! ? arguyó la muchacha.
Fueron tan justas las argumentaciones de aquella muchacha honrada, que el dios del trueno, a pesar de su soberbia, no fue capaz de replicar, y se sometió dócilmente. Pero también cayó vencido ante la hermosura de la muchacha.
? ¡Está bien! Me trasladaré dentro de poco al cielo, pero tendrás que ser mi mujer. De todas maneras, ya no tienes posibilidad de regresar ? dijo el dios, con tono suave.
Mientras la muchacha meditaba la propuesta, el dios agregó, con voz todavía más tierna:
? ¡Puedes estar tranquila! ¡Seré bondadoso contigo!
Al llegar a un acuerdo, la muchacha decidió casarse con él. De ahí en adelante, el dios la trató dulce y amablemente y no volvió a tocar el tambor a su antojo. El lago y el río también se tranquilizaron.
Poco después, la muchacha de Hua Xu dio a luz a un hijo. El dios del trueno quiso regresar al cielo llevando consigo a su mujer y a su hijo. Pero, sintiendo nostalgia por su lugar natal, la muchacha pensó que, si ella misma no podía regresar a casa, por lo menos debería enviar al hijo al Estado de Hua Xu Shi.
Cierto día, aprovechando que el dios se había ausentado, la muchacha puso a su hijo dentro de una gran calabaza y la colocó en el río, donde comenzó a flotar a favor de la corriente, hacia el curso inferior.
Afortunadamente, ese día, el padre de la muchacha de Hua Xu estaba pescando en el río. Mirando las aguas que corrían impetuosamente, el anciano sentía nostalgia por su hija, sintiéndose algo afligido. De súbito, apareció flotando una gran calabaza. El anciano, extrañado, la sacó fuera del agua y se la llevó a casa. Cuando la abrió, encontró que adentro estaba durmiendo un bebé rollizo, envuelto en un traje hecho con tela floreada. La madre gritó alarmada: ¡La envoltura era el traje de su hija! Luego examinó detenidamente al bebé: Sus facciones era una copia casi fiel de las de su hija, de frente amplia y piel blanca. La anciana confirmó que éste era su propio nieto.
Este inesperado suceso trajo gran consuelo a los ancianos que llevaban ya largo tiempo lamentándose por haber perdido a su hija. Ambos le cogieron gran cariño al nieto. A medida que se fue propagando la noticia, las gentes del lugar venían para felicitarlos. La abuela bautizó al niño Fu Xi, significando con ello la calabaza que lo había traído.
Fu Xi fue creciendo gradualmente. Por ser el hijo del dios del trueno, se distinguía mucho de los hombres corrientes: Tenía gran estatura, su oído era fino y la vista penetrante. Además, su arrojo era sobrehumano; en particular, podía subir al cielo por la escalera celeste. Según se dice, en la remota antigüedad se podía ir del cielo a la tierra y viceversa. Esto se debía a que en el centro de la tierra había un árbol gigantesco y extraño llamado Jian Mu, que comunicaba a la tierra con el cielo y cuya corteza parecía de cuero. No daba ninguna sombra bajo los rayos del sol y era la escalera por la cual los dioses descendían del cielo hacia la tierra. Sin embargo, para los hombres corrientes era imposible trepar por él.
Fu Xi amaba apasionadamente a la patria de su madre, el Estado de Hua Xu Shi, y a su pueblo, al cual había prestado grandes servicios valiéndose de su inteligencia sobrenatural. Así por ejemplo, al ver cómo las arañas atrapaban a los insectos, se inspiró en las telarañas e inventó la red de pesca tejiéndola con cuerdas. Asimismo, le enseñó a la gente a cocinar para que acabaran con la costumbre de comer crudos los alimentos. Por eso lo llamaban también Bao Xi, que significaba el mejor cocinero.
Según tradición, la mayor contribución de Fu Xi fue la creación del Cuadro de los Ocho Diagramas. Estos eran ocho signos que representaban las correspondientes materias que componían la naturaleza. Fu Xi le explicaba a la gente la esencia de todas estas cosas y las relaciones que tenían entre sí, ya que la existencia de los seres humanos no podía desligarse de la naturaleza. En caso de conocer a fondo los caracteres de estas cosas y su utilización, de dominar sus relaciones recíprocas y sus cambios, la gente, al igual que los dioses, podría evitar tos perjuicios que podían causar ellas y utilizarlas correctamente para buscar la felicidad de la humanidad. Eran, pues, Ocho Diagramas simples, pero mágicos. Se dice que al cabo de algunos años, en la dinastía Yin, cuando el emperador Zhou estaba en el poder, un ministro llamado Ji Chang, quien posteriormente sería el emperador Zhou Wen Wang, exhortó al emperador a deponer su tiranía. El emperador no sólo desoyó las palabras de Ji Chang, sino que le encarceló en Youli. Angustiado, Ji Chang estudió allí el Cuadro de los Ocho Diagramas. Al integrarlos con sus propias experiencias, logró esclarecer muchas dudas durante el estudio. Todo esto lo fue anotando como anexo al Cuadro de los Ocho Diagramas, para que la gente comprendiera los diversos cambios que se producen en la naturaleza y la sociedad. De este modo creó el Libro de las fMutaciones, el cual se ha transmitido hasta nuestros días.
El Soberano del Cielo, al ver todas las contribuciones que había hecho Fu Xi a la humanidad, lo nombró rey del Estado de Hua Xu Shi. Este, valiéndose de su poder mágico y sus capacidades, puso en orden al país. Por ejemplo, entre sus subalternos de talento estaba Ju Mang, ministro de agricultura, quien gozaba de buena reputación. Según se dice, Ju Mang tenía rostro humano y cuerpo de pájaro; volaba del este al oeste, con un medidor en la mano, ayudándole a la gente a medir las tierras y ur-giéndola a sembrar. Ju Mang, que quiere decir "germinar", era conocido también como el dios de la primavera.
De acuerdo con los anales de la historia, el Estado de Hua Xu Shi fue un lugar sorprendente para la época. Todos sus habitantes sabían distinguir los fenómenos celestes y pronosticar la llegada del viento y de la lluvia; conocían profundamente la naturaleza de las montañas, los ríos, los terrenos y las plantas; sabían cultivar de la manera más apropiada, por lo que siempre obtenían ricas cosechas. Todos vivían hasta una edad avanzada, habiendo entre ellos muchos ancianos que tenía de cien a doscientos años de edad. A diferencia de los demás mortales, el agua no los ahogaba y el fuego no los quemaba; podían ver a través de|a bruma y las nubes y los truenos no les afectaban el oído; y atravesaban las montañas como si anduvieran por terreno plano. Es posible que los descendientes de Fu Xi tuvieran tantas capacidades y llevaran una vida ideal debido a que se inspiraban en los Ocho Diagramas. Incluso, quienes estudian ahora los Ocho Diagramas, afirman que ellos encierran muchas cosas que podrían inspirar a la gente para conocer y dominar las leyes de los fenómenos naturales

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