Los emperadores de diferentes dinastías solían dejar su residencia imperial de Beijing y se complacían en largos viajes de inspección fuera de la capital. A este fin, hicieron construir en diversas regiones del país numerosos palacios secundarios en su mayor parte destruidos con el paso del tiempo. Sin embargo, la Mansión Imperial de Verano en Chengde, construída bajo los Qing (1644-1911), así como los templos exteriores que la circundan, se hallan aún en buen estado y se han convertido en concurridos centros turísticos.
La Mansión Imperial de Verano en Chengde se sitúa en un valle estrecho sobre la ribera oeste del río Wulie, al norte de la ciudad. Doscientos treinta kilómetros la separan de Beijing. Los trabajos de refacción –iniciados en 1703-, duraron 90 años bajo los reinados de los emperadores Kangxi, Yongzheng y Qianlong, de la dinastía Qing.
Durante un viaje por el norte de China, el emperador Kangxi encontró que Chengde ocupaba buena posición geográfica, no lejos de su tierra natal, en el norte, y en el nudo de comunicaciones entre el interior del país y la Mongolia; y que estaba dotada de un relieve ventajoso, agradable clima y magníficos paisajes. Decidió enseguida construir allí un palacio secundario. Hizo dragar lagos, dispuso caminos y construyó edificios. En 1713, 36 sitios fueron ya creados y rodeados de murallas. Bajo el reinado Yongzheng, las edificaciones se interrumpieron, mas, entre 1741 y 1792, bajo el reinado de Qianlong, se retomó los trabajos. Se añadió 36 sitios y 8 templos exteriores. Se levantó así un amplio y hermoso parque imperial que se extiende sobre 564 ha.
Según la ubicación, la Mansión Imperial de Verano en Chengde comprende cuatro partes: al sur de los lagos, están los palacios donde el emperador habitaba y donde concedía audiencia a sus ministros. Los lagos ocupaban 43 ha, donde 8 islotes emergían del agua. Al pie de las montañas, al norte de estos lagos, se extiende una vasta llanura recubierta de exuberante y altiva vegetación y, en fin, en la parte noroeste se extienden –entrecortadas por valles-, montañas pródigas en kioscos, pabellones y templos. El conjunto coincide con el relieve de China, que se inclina en pendiente de oeste a este.
Bellos y típicos edificios armonizan con la configuración y la hermosura del terreno: identificación del hombre con la naturaleza.
Estos edificios y murallas de ladrillo gris y de maderas de colores naturales, presentan un estilo simple y elegante que difiere notablemente de los espléndidos palacios imperiales de la copital, de muros rojos y techumbres doradas. Integran bien las características arquitectónicas de los jardines de la China del Sur y los del Norte.
La Mansión Imperial de Verano en Chengde está rodeada en sus lados este y norte por varios templos que simbolizan la unión de diversas etnias alrededor del Gobierno central.
Desde su fundación, la dinastía Qing (1644-1911) aplicaba una política de apoyo al lamaísmo para ganar la confianza de las etnias minoritarias que se agrupaban en el oeste y el norte del país. El emperador Qianlong hizo construir estos templos según el modelo de las lamaserías del Tíbet y de Xnjiang en torno a la Mansión Imperial de Verano, con el fin de permitir a jefes y nobles de estas etnias rendir allí culto a Buda durante el tiempo en que se presentaban a audiencia imperial.
Los templos, que se escalonan en las laderas de las colinas, tienen a menudo una imponente sala principal. Los edificios del Templo de la Placidez Universal recuerdan a los del monasterio Sangyuan del Tíbet. El Palacio Dacheng simboliza el monte Sumi y las salas del entorno, a los cuatro continentes, en el mar que rodea este monte según la doctrina del budismo. El Templo Anyuan fue construido según modelo de uno de Xinjiang. El Putuo Zongcheng evoca al Potala de Lhasa, en tanto que el Templo Xumi Fushou tiene el aspecto del monasterio Zhashilumbo, en Zigaze. La distribución de estos templos hace pensar en las estrellas cintilantes alrededor de la luna. En efecto, contribuyeron ellos a la solidaridad de las diferentes etnias.
Abiertos desde hace tiempo al turismo, la Mansión Imperial de Chengde y los templos exteriores atraen cada año a numerosos visitantes. En 1994, han sido inscritos en la Lista de Patrimonios Mundiales de la UNESCO
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